LA EXACTITUD DE LO INEXACTO
Con esa exactitud tan característica de la ciencia, una y
otra vez, Luis, observaba aquel pepino. Ese pepino de tonos verdosos y aspecto
rugoso que por alguna extraña razón, que todavía desconocía, le habían enviado por
paquete postal.
Luis, científico, tenía dos obsesiones: la perfección y el
participar en todo cuanto concurso se le pusiera por delante. Hasta que, un
buen día, sus compañeros de investigación, cansados de los lamentos porque
nunca le tocaba nada, decidieron apuntarle en un concurso radiofónico en el que
el premio consistía en un “Pepino”.
Luis contemplaba su pepino mientras reflexionaba que lo
único exacto es que no hay nada exacto.
(Virginia Romera 15/9/12)
No hay comentarios:
Publicar un comentario