Películas
Sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se las presentaban les era permitido el acceso; mi hermana y yo siempre nos quedábamos fuera pegados a la pared a la caza de algún sonido; si escuchábamos un disparo, nuestra imaginación nos sumergía en una del oeste, si era música, nos dejábamos arrastrar por románticos salones. Cuando salían les mirábamos ansiosos, ellos pasaban a nuestro lado sin mirarnos, sus hermanas tenían la falda arrugada, el escote suelto, y restos de lágrimas en las mejillas.
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