Ahí estaba ella, nerviosa, sonriente, presentando a duras penas su segunda novela con la ayuda de su amiga Silvia.
Su cara de felicidad lo decía todo, su voz temblorosa también.
Estuvo todo muy bien y bastante concurrido, sobre todo felicitar a una de sus amigas, no me acuerdo bien de su nombre, pero nunca me olvidaré de esos riquísimos profiteroles que con tanto amor había preparado para este evento.
Tampoco me olvidaré de esa página 129, párrafo 7 que nos sugeriste y que leí ardientemente nada más llegar a casa.
Quien quiera saber lo que cuenta, ya sabe, que se acerque por la Fnac o por la Libreria Maside y lo compruebe con sus propios ojos, no os dejará indiferentes.
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