De la rutina insípida de su oficina, Silvia se escapó por la ventana en un globo multicolor. Aquel objeto volador, en su huida, guiado por un fresco viento otoñal, soltaba pesadas amarras, estrés, acoso, ansiedad y vértigos caían al abismo. Aquel edificio antes grandioso y centelleante ahora se le antojaba insignificante y gris. Aquellas personas que antes le intimidaban ahora rozaban la invisibilidad.
El aire frenó en seco. Silvia ascendía irremisiblemente hacia la luz.
Lejanas sirenas de ambulancia se aproximan al tumulto rompiendo la monotonía de otro lunes en Manhattan.
Creo advertir problemas de puntuación. El micro no flota como debería...
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