sábado, 3 de noviembre de 2012

Los diez mandamientos del periodista cultural


Como siempre, o casi siempre me ocurre cuando entro en mi correo electrónico, inesperadamente me encuentro buceando entre artículos de periódicos y revistas online y de bitácoras personales y no tan personales,  todos ellos esperando plácidamente a ser pescados por almas ávidas de información, como en este caso concreto, la mía.
Nadando entre algas, esponjas, crustáceos y moluscos, pesqué esta centelleante entrada en el blog de La Vanguardia.com y me parece interesante compartirlo con vosotros, mis seguidores y mis no tan seguidores. Os dejo el enlace completo, pero me permito,  hacer mi selección de frases preferidas y una pequeña reflexión personal al final de su artículo.
Los diez mandamientos del periodista cultural
Me invitan a hablar de periodismo cultural ante profesionales del sector.  Y, como siempre me pongo nervioso en estos bosques, apunto aquí diez ideas (que no dogmas). Así, si decimos barbaridades, que al menos sean sólo diez. Numeradas e identificables.
1) No renuncies a la pasión
La pasión viste lencería fina.
2) El periodismo es literatura
El periodismo al que aspiramos, el que nos gusta leer, utiliza metáforas, analogías y diálogos.
3) La verdadera censura, la propia
Dice Pascual Serrano que “para escribir hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores. Sin valores más vale callar”. El miedo es humano. No seas el primero en frenarte.
4) Sé un niño que busca las trampas
El mundo es un campo lleno de ratoneras. El periodismo es un juego que nos invita a encontrar los anzuelos.
5) Derecho a contradecirse
El pensamiento es nómada..
6) Hay brechas
La situación es precaria. Pero no caigas en el pesimismo. El periodista, más que un francotirador, es un funámbulo.
7) La política es hija de la cultura, y no al revés
La cultura tiene como principal función preguntarse por las potenciales condiciones para que todos los ciudadanos sean libres y tengan los mismos derechos. La cultura es política en mayúsculas.
8 ) Interpretar no es manipular
Todo el mundo puede acceder hoy a la información. La verdadera inteligencia es la capacidad de relacionar, poner en contexto, y mostrar los lazos que permanecen invisibles.
9) Ambición y humildad
El periodismo no acaba con las injusticias sociales, pero puede ayudar. Toma consciencia de tu responsabilidad.
10) Reconquista lo mediato
Toma distancia cuando puedas. Reflexiona. Traza nuevas lecturas. Provoca. Domestica la tecnología. El matiz es tu campo de batalla.

Estas, pues, son algunas notas improvisadas (propias, y tal vez, intransferibles) sobre lo que entiendo como periodismo cultural. Pero como buen marxista que uno es (seguidor de Groucho, claro), les aviso: “estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”

Mi reflexión:

De todas estas perlas escondidas en frases, me quedo con:

Pascual Serrano  “Para escribir hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores. Sin valores más vale callar”.

Albert LLadó  “Todo el mundo puede acceder hoy a la información. La verdadera inteligencia es la capacidad de relacionar, poner en contexto, y mostrar los lazos que permanecen invisibles.”

Pero sin duda Albert, si me permites tutearte, estoy contigo en colocar como primer mandamiento: No renuncies a la pasión”.

El otro día asistí, a mi primer ballet, una selección de piezas de Tchaikovsky para el RUSSIAN NATIONAL BALLET,  tenía tantas ganas de verlo, que me daban miedo mis propias expectativas, esas que nos hacen defraudarnos cuando tanto esperamos; sin embargo, desde la primera fila no sentí la perfección de la técnica de los bailarines, ni la idoneidad del vestuario o del decorado, ni siquiera la pequeñez del escenario ni los defectos del sonido, no, lo que sentí fue pasión, esa misma pasión con la que aquellos bailarines estaban llenando todo el teatro. Desde esa primera fila sentía músculos en tensión, caricias de delicadas manos, mareos de infinitas “Pirouettes”, gotas de  esforzado sudor, pies castigados, embellecidos con ascendentes cintas de “ballerines”, venas hinchadas de manos que sustentan  esbeltas figuras,  tutus con sus frufrús, purpurinas escurridizas bailando al compás; calor, esfuerzo, tensión, nervios,… todo ello al servicio de la danza y de la belleza.

¿Cómo es posible que la cultura nos pueda abrir el alma de esta manera?

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