La felicidad
"A la cola, como todo el mundo", se repetía mentalmente Zacarías Zaldívar, el menor de siete hermanos, sin importarle ser el último esta vez. Sostenía en su mano temblorosa el billete, sobre el que fijaba una mirada eternamente expectante.
Mientras esperaba, sus recuerdos lo trasladaron al último puesto que ocupaba en la fila de parvulario, detrás de María Vázquez y sus dos coletas, tensas, la derecha más alta que la izquierda, la raya del pelo escrupulosamente recta desembocando en el cuello blanco, despejado.
Mientras esperaba, Zacarías se preguntó de qué le valdría aquel billete de lotería premiado si frente a él solo veía una nuca casposa.
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