lunes, 13 de febrero de 2012

COMPARTE EXPERIENCIAS

El otro día, no acuerdo donde, leí que una de las cosas que nos aportan felicidad es compartir experiencias. Totalmente de acuerdo, si comparamos la felicidad que nos da cuando compramos, por ejemplo, ese vestido que nos gustaba tanto, veremos que es una felicidad mucho más pasajera y volátil que la felicidad que nos da, por ejemplo, hacer un viaje.

Pues precisamente eso es lo que he hecho yo este fin de semana, irme a la nieve a esquiar con mi familia y con unos amigos, y desde luego que no se puede comparar a nada que se pueda pagar con dinero.

Salimos el viernes ya tarde, pero mereció la pena ya que pudimos ser acompañados en nuestro trayecto por el atardecer y también por la luna, luna casi llena, la más bonita que yo recuerdo haber visto, estaba baja y no era blanca era  naranja, casi roja, rasgada por varias nubes negras que la atravesaban de lado a lado haciéndole daño y dándole ese color rojizo que tanto me impresiono.

 Amanece en Leitariegos, pero el sol no se deja ver hasta las 9, se asoma tímidamente entre las montañas blancas, bañadas de nieve impoluta. Comparte cielo con la luna que perezosamente se despide de nosotros.


Subimos prontito porque en la nieve al que madruga Dios le ayuda. En el telesilla que nos sube, oímos la música, el Lago de los Cisnes, se me ponen los pelos de punta como cada vez que me gusta algo mucho. La música me trae a la mente la película “Cisne Negro”, película dura, pero magistral donde una bailarina con personalidad de cisne blanco se va transformando en cisne negro.

Primera bajada, solos en las pistas nos deslizamos por esa nieve que va crujiendo bajo nuestros esquíes, solo nieve, solo nosotros, solo montaña, ¿se puede pedir algo más?

Vuelta a casa después de un fin de semana estupendo de nieve, esquí, familia y amigos, estoy cansada, duermo en el viaje, tomo fuerzas para comenzar la semana y comparto + mi experiencia.

5 comentarios:

  1. Seguro que la experiencia ha sido magnífica pero tengo que estar en desacuerdo con tu primer párrafo.
    Piensa en todo lo que cuesta lo que has vivido ese fin de semana. Has hecho un viaje en coche, has pagado por unas instalaciones en la montaña que son altamente invasivas con la fauna y flora de un ecosistema muy sensible, has pagado por una estancia en alojamientos de montaña, has pagado por la equipación para realizar esa actividad y, probablemente, has pagado por la comida un precio muy superior al que pagarías a "nivel del mar".
    Evidentemente, toda experiencia tiene muchos puntos de vista y las sensaciones que nos dejan ocultan la globalidad de las mismas. Es nuestra obligación valorar todos los aspectos de la realidad para evitar vivir en "Matrix".

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  2. Oh y te comente ayer y no me ha salido¡¡ q raro

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  3. Jorge, en primer lugar gracias por compartir tu punto de vista y aunque estemos en desacuerdo en la forma de ver la misma "realidad", ya sabes que en la misma nube cada persona verá una imagen diferente, no creo que viva en "Matrix", ya que vivir en Matriz precisamente sería creer que hoy en día todo es gratis. Nada lo es, amigo mio, ni siquiera cuando vas a correr, esas zapatillas, esa ropa, esa carretera por la que corres, tampoco lo es hacer una fotografía, esa cámara, ese objetivo. Pero cada cual decide en que invertir tanto su dinero como su tiempo. Es cuestión de puntos de vista y de empatia tambíén. Que tengas un buen día :)

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  4. Aquí nada es gratis¡ Hasta pasear te sale caro... Estamos en el mundo al revés

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  5. Nada es gratis, pero todavía quedan experiencias muy baratas. Recuerdo alguna mañana de verano, bajar a la playa de Arnela y encontrarla vacía, el mar en calma y ningún ruido, solo el mar, las gaviotas y el murmullo del viento. O una noche de invierno lejos de las luces de la ciudad, ver el firmamento, imaginar las constelaciones, el movimiento de los planetas, las lluvias de estrellas fugaces.
    Pero las playas cada día están más llenas, gente, ruido, coches, lanchas. Y las noches son cada vez menos oscuras, por todas partes hay farolas, luces, queremos perpetuar la luz, el día. Supongo que será nuestro miedo irracional a la oscuridad.
    ¿Qué podrán disfrutar nuestros hijos? ¿Qué les dejaremos? ¿Un mundo artificial? Las playas de "relleno", las estrellas del planetario...

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